¿Qué es la salud mental?
La salud mental es un estado de bienestar que nos permite sobrellevar las dificultades y los obstáculos de la vida, así como anticiparlos para seguir con nuestro camino. Así pues, aunque sea invisible, atañe a todo el mundo. Cuidar de la salud mental permite solucionar los problemas de la vida cotidiana y evitar enfermarse, entre otros.
Sentirse bien mentalmente es estar en armonía con uno mismo y con su entorno (con la familia, los seres queridos, etc.). También significa ser capaces de encontrar un equilibrio entre lo que nos gusta y lo que necesitamos en la vida.
Hay muchas cosas que afectan a la salud mental: la salud física, el entorno, la situación económica, las experiencias pasadas, pero también situaciones difíciles como el aislamiento, la discriminación o las condiciones de vida inestables.
Dado que la salud mental puede cambiar, es importante encontrar maneras para cuidar de ella, haciendo, por ejemplo, actividades que nos gustan o aceptando el apoyo de otras personas.
Dejar atrás nuestro hogar para ir a vivir a otro país o a una nueva región conlleva importantes cambios y desafíos que pueden afectar a la salud mental. Aprender un idioma nuevo, descubrir y adaptarse a otra cultura y a costumbres diferentes puede resultar perturbador. En momentos así es normal sentirse más frágil y vulnerable. Por esta razón, no hay que dudar en hablar de ello con los seres queridos, con los miembros de su comunidad o en ponerse en contacto con asociaciones de ayuda. En algunos casos, también se puede solicitar la ayuda de un profesional, de la misma manera en la que iríamos a ver al médico para curar una herida física.
Trauma
Un trauma designa las consecuencias emocionales difíciles que pueden aparecer tras haber vivido una situación extrema y/o peligrosa (por ejemplo: un accidente, un fallecimiento, una agresión sexual, una catástrofe natural o una guerra). Esta situación puede provocar un sentimiento de impotencia, miedo extremo y terror, dado que la persona se ve en peligro y no tiene ningún control sobre la situación.
Es como una herida invisible del alma causada por la experiencia pasada. El trauma es señal de que lo que uno vivió no fue normal, no se trata de locura, sino de una reacción normal del organismo ante una situación anormal.
Un trauma puede tener efectos sobre nuestra salud, como tensiones, dolores, problemas para dormir (dificultad para quedarse dormido, pesadillas, despertares nocturnos frecuentes), ansiedad o depresión (pensamientos negativos, tristeza). Las personas traumadas reviven a menudo lo que les sucedió (flashbacks y recuerdos recurrentes), se sienten desconectados de sus emociones (como anestesiados o en un estado borroso) y les cuesta concentrarse. Suelen estar en un estado de alerta máxima, preparadas para evitar volver a vivir lo mismo, que les complica la vida.
También se pueden observar otros síntomas como la ira, el aislamiento, el consumo de alcohol o droga, la culpabilidad, la falta de motivación y de esperanza o la desconfianza.
Para curar un trauma es importante pedir ayuda a un profesional. El apoyo de los demás también resulta esencial. No hay de qué avergonzarse en buscar ayuda, puesto que las heridas del alma se curan de la misma manera que las del cuerpo, aunque puedan necesitar más tiempo. Así pues, cuidar de la salud mental es esencial para sentirnos mejor.
Pantallas
Las pantallas e Internet forman parte de la vida diaria. Están por todos lados y se han convertido en una herramienta práctica y divertida para pequeños y grandes. Las pantallas nos permiten aprender, informarnos, prepararnos para el trabajo y hablar con la familia o los seres queridos. También ayudan a relajarse y a pasar el tiempo. En vista de que son omnipresentes, es importante aprender a utilizarlas de manera responsable en lugar de intentar evitarlas por completo.
A veces podemos ver en ellas imágenes impactantes o violentas, como las de la guerra, crímenes o catástrofes naturales. Este tipo de contenido no nos impacta del mismo modo y resulta especialmente necesario velar por que el contenido que visionan los niños esté adaptado a su edad. Para los que hayan visto imágenes impactantes, es necesario darles explicaciones sobre lo que vieron, según la edad que tengan y su madurez. Estas imágenes también pueden impactar a los adultos. Es importante poder hablar de ello con otros adultos de confianza y disminuir el uso de las pantallas si resulta demasiado impactante.
El uso excesivo de las pantallas puede tener efectos negativos en la salud mental y psicológica, como cansancio, peores resultados académicos, peor rendimiento en el trabajo o aislamiento social. A veces, utilizamos las pantallas para huir de los problemas o para evacuar el estrés, pero ello puede provocar más estrés o más problemas. Más vale privilegiar las relaciones sociales, hablar de nuestro estrés o de nuestros problemas con alguien de confianza y practicar una actividad física de manera regular para reducir el nivel de estrés. En cualquier caso, es importante aprender a usar las pantallas de forma responsable.
Para ayudar a hacer un buen uso de las pantallas con los niños se recomienda:
- Dar buen ejemplo aplicando las reglas que se han fijado previamente.
- Mostrar interés por lo que hace el/la niño/a o adolescente en Internet.
- Hablar con ellos de lo que miran y mantener un diálogo abierto.
- Fijar reglas claras sobre cuánto tiempo pueden utilizar las pantallas y el comportamiento que deben adoptar cuando están en línea.
- Invitarles a jugar a otras actividades sin pantallas (proponiendo juegos de mesa en familia o juegos al exterior…).
- Hablarles de los posibles peligros.
- Enseñarles a utilizar Internet de manera crítica (comprobando las fuentes, informaciones falsas).
Si desea obtener más información, encontrará más recomendaciones para los niños y adolescentes aquí. Sin olvidar la utilidad de los folletos sobre el uso de las pantallas para la primera infancia y sobre las necesidades de los niños con respecto a las pantallas.
También es importante que los adultos sean conscientes de los peligros potenciales, mantengan un buen equilibrio entre el uso de las pantallas y las demás actividades y hablen con las personas de su alrededor si se sienten impactados tras ver ciertas imágenes. Los padres son el modelo para los hijos, deben dar un buen ejemplo usando las pantallas con moderación y prudencia.
Familia – hijos
Puede resultar difícil asumir el papel de padres, sobre todo en algunas etapas, como la de la adolescencia, en la que las relaciones pueden volverse tensas. Estos momentos de cambio afectan a toda la familia y pueden provocar estrés, soledad o dudas sobre cómo ser un buen padre/madre. Es normal que los padres puedan cuestionarse y sentir ciertos temores; estas dificultades pueden ser más intensas cuando se llega a un nuevo país, en el que uno puede sentirse aislado y desorientado.
Padres e hijos no siempre se integran al mismo ritmo y puede ser perturbador: el/la niño/a va al colegio, conoce gente rápidamente y se crea su círculo social, mientras que, a veces, los padres están solos y abandonados a su propia suerte. Esta situación puede generar tensiones e incomprensión.
En este contexto, favorecer una buena comunicación y conversaciones sinceras con sus hijos ayuda a acompañarlos de mejor manera. Cuando se han visto expuestos a información estresante, es necesario hablar de ello y dejar que expresen sus sensaciones. Mantener un vínculo con su cultura de origen juega un papel muy importante, sobre todo para los adolescentes en búsqueda de su identidad.
Tener una rutina clara y establecer ciertas reglas puede contribuir al bienestar de todos. Explicar el sentido de las reglas y reconocer los esfuerzos de los hijos para respetarlas permite crear un ambiente seguro sin dejar de ser flexible.
Animar a los jóvenes a expresar sus emociones y reconocer sus logros refuerza la confianza. Pasar tiempo juntos, escucharlos y hablar de las dificultades puede mejorar las relaciones familiares. Dedicar tiempo al descanso y mantener vínculos sociales también ayuda a tener un buen equilibrio mental.
El hecho de acompañar a un/a niño/a o adolescente en su desarrollo es importante para su bienestar. Es necesario que se sienta apoyado y escuchado con lo que atraviesa. Es normal no lograr gestionarlo todo como padre/madre, pero si se le dedica tiempo a prestar atención a su hijo/a, es posible afrontar los desafíos y encontrar soluciones juntos.
Estar constantemente pensando, planificando, organizando y anticipando las tareas de la vida cotidiana para uno mismo y para los demás (hijos, pareja, familia) puede pesar en la salud mental. También hablamos de carga mental de los padres. Así que, es importante cuidar de su propio bienestar y no dudar en pedir ayuda cuando se necesita. Cuidar de uno mismo no es egoísta y permite estar más disponible para los demás, y también para su familia.
Encontrará más información en la página web.
Emociones
Las emociones están en el centro de la vida cotidiana y de la salud mental. Sin embargo, seguimos sin hablar demasiado de ellas, y menos de las emociones que se perciben de manera negativa. Atreverse a hablar de lo que sentimos, desde la edad temprana, es esencial para mantener el bienestar.
A veces, puede que cueste reconocer las emociones, tanto a los padres como a los hijos. Escuchar, hacer preguntas en los momentos difíciles y reflexionar juntos sobre cómo gestionar dichas emociones puede hacer que todo el mundo se sienta mejor. Como padre/madre, hablar de sus propias emociones puede dar ejemplo y animar a un diálogo abierto.
Aprender un idioma nuevo o descubrir y adaptarse a una nueva cultura y a un país desconocido puede provocar distintas emociones, positivas o negativas. Es importante hablar de estos cambios, de las emociones que conllevan y de las posibles soluciones para afrontarlos. Mantener una buena comunicación y un intercambio abierto es esencial para atravesar estas etapas.
A continuación, encontrará una lista de las principales emociones que podemos sentir y una breve explicación para cada una de ellas: